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El Candelabro Enterrado

Couverture du livre « El Candelabro Enterrado » de Stefan Zweig aux éditions Culturea
  • Date de parution :
  • Editeur : Culturea
  • EAN : 9791041938315
  • Série : (-)
  • Support : Papier
Résumé:

Un espléndido dia de junio del ano 455, justo cuando, en la hora tercia, en el circo Maximo de Roma habia terminado el sangriento combate de dos gigantescos hérulos contra una piara de jabalies hircanos, una creciente agitación se apoderó gradualmente de los miles de espectadores. Al principio... Voir plus

Un espléndido dia de junio del ano 455, justo cuando, en la hora tercia, en el circo Maximo de Roma habia terminado el sangriento combate de dos gigantescos hérulos contra una piara de jabalies hircanos, una creciente agitación se apoderó gradualmente de los miles de espectadores. Al principio habia llamado la atención sólo de los mas cercanos que, en la tribuna separada, ricamente adornada con tapices y estatuas, donde tenia su asiento el emperador Maximo rodeado de sus funcionarios, hubiera entrado un mensajero cubierto de polvo, que, obviamente, acababa de descabalgar del caballo tras una acalorada carrera, y también que, apenas hubo comunicado la noticia al emperador, éste, en contra de los usos y costumbres, se levantara interrumpiendo el enardecido espectaculo; toda la corte lo siguió con prisa igualmente llamativa y pronto se vaciaron también los asientos asignados a los senadores y demas dignatarios. Una salida tan precipitada debia de tener un motivo importante. En vano las estridentes fanfarrias anunciaron otra lucha con fieras y de la reja levantada salió un león de Numidia, de negra melena, que se lanzó, con sordos rugidos, contra las cortas espadas de los gladiadores; la oscura ola de la alarma, rebosante de la palida espuma de rostros inquisitivos, temerosos y asustados, ya se habia encrespado y avanzaba fila tras fila. La gente se levantaba, senalaba con la mano los asientos vacios de los prohombres, preguntaba, alborotaba, gritaba y silbaba; entonces, de repente, sin que nadie supiera quién habia sido el primero, se propagó el confuso rumor de que los vandalos, esos temidos piratas del Mediterraneo, habian desembarcado en Portus con una poderosa flota y estaban avanzando hacia la despreocupada ciudad.

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