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El Sueno

Couverture du livre « El Sueno » de Émile Zola aux éditions Culturea
  • Date de parution :
  • Editeur : Culturea
  • EAN : 9791041808984
  • Série : (-)
  • Support : Papier
Résumé:

Durante el duro invierno de 1860, el Oise se heló, las llanuras de la baja Picardia quedaron cubiertas por grandes nevadas y, sobre todo, llegó una borrasca del Nordeste que casi sepultó la ciudad de Beaumont el dia de Navidad. La nieve, que ya habia empezado a caer por la manana, arreció por la... Voir plus

Durante el duro invierno de 1860, el Oise se heló, las llanuras de la baja Picardia quedaron cubiertas por grandes nevadas y, sobre todo, llegó una borrasca del Nordeste que casi sepultó la ciudad de Beaumont el dia de Navidad. La nieve, que ya habia empezado a caer por la manana, arreció por la tarde y se fue acumulando durante toda la noche. Empujada por el viento, se precipitaba en la parte alta de la ciudad, en la calle de los Orfebres, en cuyo extremo se encuentra como encajada la fachada norte del crucero de la catedral, y golpeaba la puerta de santa Inés, la antigua portada romanica, ya casi gótica, decorada con numerosas esculturas bajo la desnudez del hastial. Al dia siguiente, al alba, casi alcanzaba en ese lugar una altura de tres pies. La calle aún dormia, emperezada por la fiesta de la vispera. Dieron las seis. En las tinieblas, azuladas por la caida lenta e insistente de los copos, sólo daba senales de vida una forma indecisa, una nina de nueve anos que, refugiada bajo las arquivoltas de la portada, habia pasado alli la noche tiritando y resguardandose lo mejor que pudo. Iba cubierta de andrajos y tenia la cabeza envuelta en un jirón de panuelo, y los pies, desnudos dentro de unos grandes zapatos de hombre. Seguramente, habia ido a parar a aquel lugar después de haber estado recorriendo la ciudad durante mucho tiempo, ya que habia caido alli de puro cansancio. Para ella, era el fin del mundo, pues ya no le quedaba nadie ni nada, el abandono final, el hambre que corroe, el frio que mata; en su debilidad, ahogada por la pesada carga que oprimia su corazón, dejaba de luchar, y, cuando una rafaga de viento arremolinaba la nieve, no le quedaba sino el alejamiento fisico, el instinto de cambiar de lugar, de hundirse en aquellas viejas piedras.

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